El agua mineral se embotella siguiendo estrictas normas de calidad e higiene; por ejemplo, está prohibido tratarla con sustancias químicas pero se permite filtrarla por medios mecánicos (esta opción suele ser innecesaria ya que las aguas minerales se filtran de forma natural en el subsuelo). Su composición debe ser determinada por una institución reconocida, y el análisis de su contenido debe figurar en la etiqueta de los envases; desde luego, debe estar libre de microorganismos nocivos y sustancias contaminantes, y no está autorizado anunciarla aludiendo a supuestas propiedades medicinales.