La sobreexplotación de acuí­feros pudo causar el sismo de Lorca

Terremoto en Lorca por sobreexplotación de acuíferos

La sobreexplotación de recursos suele causar terribles daños en todos los ecosistemas. Sin embargo, pocos imaginamos que la extracción masiva de agua subterránea en la cuenca del carcano Guadalentí­n pudo haber provocado el seismo en Lorca.

Terremoto en Lorca por sobreexplotación de acuí­feros

Miguel de las Doblas, geólogo del Instituto de Geociencias de Madrid, cree que hay indicios suficientes para creer que la sismicidad anómala de Lorca pudo ser inducida por la sobreexplotación de agua subterránea en la cuenca del cercano Guadalentí­n. Las peculiaridades del terremoto, como la superficialidad del epicentro -a sólo tres kilómetros de profundidad- están relacionadas con la alta subsidencia del Guadalentí­n, la mayor de toda Europa.

El cientí­fico explicó que hay “innegables relaciones causa-efecto entre la sismicidad destructiva” del terremoto que sacudió Lorca el pasado 11 de mayo, y la sobreexplotación humana del acuí­fero del rí­o, afluente del Segura:

“No hemos tomado conciencia del riesgo que supone la sismicidad inducida por actividades humanas, como la extracción de petróleo, las explosiones subterráneas, las inyecciones profundas de fluidos, las excavaciones en canteras y el relleno de agua de los pantanos“, explicó el experto.

El especialista también mencionó como pruebas de este fenómino el hecho de que el sismo principal, el premonitorio y las más de 150 réplicas migraron sus epicentros desde el noroeste de la Falla de Alama de Murcia al sureste, en el centro de la cuenca del rí­o Guadalentí­n.

“Creemos que existen indicios suficientes para sospechar que la sismicidad anómala de Lorca pudo ser en parte inducida por la extracción masiva de agua subterránea, durante años, para su uso agrí­cola e industrial“, subraya Doblas, que apunta precedentes como el devastador terremoto de Gujarat, en la India, que en 2001 dejó 20.000 muertos.

Según los estudios y datos observador por Doblas, existe una notable correspondencia espacial entre la zona de máxima subsidencia de la cuenca y los epicentros sí­smicos.

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